Ha sido tan extraño este sendero que últimamente he transitado. En él he encontrado sorpresas, trsitezas, dolor, felicidad, traición... me he transformado, fue una catarsis que no pedí pero que quizá necesitaba.
En esta metamorfosis surgió el amor, el amor más puro y sincero que pueda haber. Fue creciendo en mi interior, fue difícil aceptarlo en un principio pero con el tiempo sus raíces tocaron lo más profundo de mi corazón hasta hacerme olvidar quién era yo antes de su llegada.
Ahora, a unas horas de completar su proceso de gestación, me duele pensar en nuestra separación. Sé que naceremos las dos, porque dejaré de ser sólo yo y ahora mi vida tomará un nuevo sentido. Me descubriré como madre, como esposa, como mujer a cargo de una familia. Y no sé cómo hacerlo, tendré que dar mis primeros pasos junto con ella, descubriremos juntas nuestro nuevo mundo.
Son tantos cambios en tan poco tiempo, que me duele dejar de cargarla en mi vientre y me aterra a la vez que me llena de alegría tenerla entre mis brazos y ser su guía.
viernes, 7 de diciembre de 2018
domingo, 13 de noviembre de 2016
Nunca le temí a la oscuridad. Nunca le temí a la soledad. Siempre conviví con ellas y disfrutaba su presencia. No temía sonreír , no temía ser feliz, tampoco tropezarme ni llorar.
Hoy me pregunto ¿quién soy? Por más que veo mi rostro en el espejo, no logro reconocer lo que antes fui, no sé en qué momento se perdió ni cómo sucedió.
Al escuchar a la gente reír o incluso llorar, me duele el alma de saber que ellos sí se pueden reconocer.
Siempre fui la hija obediente, la estudiante sobresaliente, la amiga incondicional (y la aburrida porque a veces ser buena amiga está peleado con ser buena hija), reconozco que nunca fui buena hermana, pero en casi todo siempre he sido de las mejores. Y hoy, a mis casi 28 años, me he convertido en la peor, no he avanzado, sigo en el mismo lugar a pesar de sufrir una y otra vez, de luchar, de soñar, de caer, de creer, de desconfiar.
Hoy me doy cuenta que nada de lo que he hecho ha valido la pena. Hoy estoy al borde del abismo. Hoy tengo ganas de sumergirme en él, ya que todos mis intentos por escalar han sido en vano.
Hoy estas lágrimas me ahogan y el dolor de la impotencia me debilita cada día más.
No sé cual sea mi misión de vida. No sé qué lección debo aprender. Pero sé que ser de las mejores en todo, de nada me sirvió. Sólo desperdicié mi vida, mi tiempo, dejé de disfrutar lo que sólo puede vivirse en su momento.
Ahora me duele tanto la soledad, la ausencia de mis sueños. Ahora le temo tanto a la oscuridad. Ahora me veo reflejada en ellas, y su presencia me recuerda quien soy yo. Y lo poco que he hecho de mí.
Y de nada sirve saber todo lo que aprendí, porque el tiempo sigue pasando, porque cada día significa un día menos, un día perdido, un día más cerca de la muerte de los que más quiero... un día que no podré recuperar jamás. Y lo más triste, un día que no quisiera vivir, porque vivirlo desde mi vida, no es vida.
miércoles, 4 de noviembre de 2015
jueves, 27 de agosto de 2015
miércoles, 17 de diciembre de 2014