Amanecer

viernes, 29 de abril de 2011

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... Y después de una larga noche, sucedió...

Ahora lo sé, entiendo que el desaparecer te conduce a un túnel sin final, un silencio tan espectacular lleno de soledad, no buscas otro refugio ni más compañía, no, ahora no quieres más mentiras ni deseas bailar con un antifaz en tu rostro, un antifaz sonriente y lleno de dicha y amor, radiante de paz y felicidad, porque el corazón delata que arde en llamas de un deseo fugaz, de un deseo que no pudo culminar y no llegó a las cenizas, tal vez porque nunca prendió con amor mutuo, el amor de uno no es suficiente cuando no hay alguien que le dé oxígeno al fuego para que la llama crezca y prenda intensamente. 

No, de verdad no lo quiero saber, es que no lo puedo saber y, aunque dé volteretas en los castillos de aire que construí, en mis sueños que hoy no brillan y quedan ahogados en estas lágrimas, aunque corra o grite no puedo salir, botó la llave al mar y este túnel está cerrado, llevándose mi grito ahogado, mi mirada apagada y mi amor que no será una realidad otra vez. 

¡Qué insensibilidad! No puedo creer que el amor existió cuando sus oídos se cerraron, su mente viajó a otro lado, su amor se extinguió y sus ojos ya no me miraron, se ha muerto, resucitó en otros brazos, no puedo creerlo, no puedo abrir los ojos... Qué larga fue la noche, qué oscuro ha sido el tránsito en este túnel, qué perdida estuve, me encontré conmigo misma una y otra vez, hasta que me perdí.

Escucho murmuros, canciones; está llegando la melodía a mi vida de nuevo, me estoy calmando, estoy caminando, veo mi cara reflejada en este espejo que estaba opaco, miro una sonrisa sincera que emerge de mi alma, una paz, miro la luz y lo sigo viendo, a veces lo huelo pero sé que no está, sé que no es él... Era aquel que jamás será de nuevo, hoy ya no existe, y es quien fue antes de mí, a quien no conocí y no quiero conocer...

Amanecer, hace mucho que no miraba el amanecer, después de tanta oscuridad el sol salió... Todos los días salia pero su sombra no me dejaba ver, su sombra ya se había ido hace mucho tiempo pero estuve tan acostumbrada a ella que creia verla...


El Murciélago que conquistó a la Luna

lunes, 4 de abril de 2011

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Escogió un espacio vacío, la nada y una inmensa oscuridad; fue entonces que quiso jugar, y decidió colgar una luna y miles de estrellas en ese cielo, poco a poco fue colocando los elementos, cada que su víctima sonreía y su mirada brillaba, era señal de una perfecta emboscada.

Era un domingo por la tarde, en el que toda la familia se reunía y platicaba. El Murciélago había conocido a la Luna, porque una estrella se la presentó. No se sabe si desde ese día su juego comenzó, pero la leyenda cuenta que desde un principio nada fue real. Cuando la estrella se encargó de que el Murciélago y la Luna se frecuentaran, todos ya estaban listos con sus máscaras bien colocadas.

Pasaron pocos días, y con una máscara de fragilidad el Murciélago terminó por conquistar a la Luna. La colocó en ese espacio vacío, con la mirada fija hacia el horizonte, todo sucedío cuando su víctima decidió entrar al juego, pero él jamás le mencionó que de este "modo" comenzaba el juego.

Pasaron varios meses, y cada sonrisa de la Luna intensificaba el brillo de su mirada, era en ese momento en el que el Murciélago jugaba... jugaba a las escondidas, pues escondía su verdadera esencia detrás de esa máscara; jugaba a los encantados, pues con detalles encantaba a la Luna para que se quedara en "pausa" pensando que todo era real; jugaba al avioncito, ya que lograba hacer "viajar" a la luna hasta lo más profundo y mágico del universo; jugaba a doña blanca, porque fingía una completa pureza y sinceridad que parecía que tenía blanca el alma aunque los pilares de su corazón se los hayan quebrado; lo que era más curioso es que su primer juego fue el de las atrapadas, y no necesito explicar por qué.

Fue de esta manera en la que entre juego y juego, el Murciélago conquistó a la Luna. Todos los que rodeaban al Murciélago tenían su máscara fija, pero era tan real que la Luna nunca lo pudo notar.

Aún se desconoce cuál fue la verdadera razón por la cual el Murciélago quiso jugar, dicen que fue porque su novia se había ido, él estaba tan aburrido y desconsolado por tanta espera que lo primero que pensó fue que si empezaba un juego el tiempo pasaría rápido, y así tendría más paciencia para esperar el regreso de su amada.

El momento llegó.

Justo cuando la Luna ya estaba en ese espacio, rodeada de estrellas que la guiaban, que la hacían sonreir; cuando la Luna estaba convencida de que ése era el sitio perfecto para quedarse y vivir ahí, en ese sitio al que un día el Murciélago, entre notas musicales y su propia voz, llamó "cielo"... Sucedió

Fue una mañana, en la que el Murciélago se desprendió de la Luna, se aprovechó del brillo y la blancura de su ser y le hizo creer que ella era la que había actuado mal, fue una ironía pues aunque parecía que todos se habían quitado sus máscaras resultó que aún las tenían, y mejor puestas que antes.

La Luna lloró y lloró, su brillo se opacó tanto que las estrellas desaparecieron de su alrededor, su cielo se convirtió en un profundo abismo del cual a veces ni quería salir, esperaba que el Murciélago regresara alguna noche y le dijera que fue un juego más...

Poco a poco la Luna fue recorriendo ese lugar, con nubes y sombras que la ocultaban, y algunas veces destellaba un poco para iluminar su camino; gracias a eso se dio cuenta de la verdad, nunca supo el cómo ni el por qué, y está consciente de que tal vez nunca lo sabrá, pero le basta con saber que el Murciélago volvió a los brazos de su amada, sí, ella regresó y él, al parecer no se había cansado de esperarla. Dicen que cuando se alejó de la Luna, todos se quitaron sus máscaras y sintieron la gloria al finalizar el juego; se cree que muchos aún siguen portando esa máscara cuando se menciona a la Luna, pues si se la quitan no tendrían más remedio que mostrar su verdadero ser, y eso, los haría perder un juego que ya ganaron.

Esto sólo es una leyenda, pues nunca se conocerá la historia real, aunque el Murciélago hablara con la Luna, ¿cómo la Luna le iba a creer? Sólo podría ser, una emboscada más.